Nuestra intención no es otra que realizar la ruta de un libro que ha caído en mis manos,
la costa cántabra en bici. Pero hasta la salida en Unquera, iremos también en bicicleta.
Abandonamos Alava por las carreteras solitarias de Valdegobía.
Y buscamos en el mapa la ruta más tranquila por la que continuar.
Rodamos por los cañones que el Alto Ebro y los años se han encargado de esculpir.
Tras una dura jornada... un buen lugar donde aposentar los huesos.
En la cuenca del Pisuerga nos sorprende la primera tormenta.
Al menos encontramos un pórtico donde guarecernos, pues nuestra carrocería no habría resistido semejante granizada.
Hay instantáneas que todo fotógrafo se siente orgulloso de tomar. El leopardo de las nieves en libertad, el apareaminto del urogallo... o aún más difícil, inmortalizar a Jokin duchándose en un helador arroyo de montaña.
Hotelito de montaña.
Un compañero de habitación.
Desde el collado de Piedrasluengas, a través de la niebla casi podemos vislumbrar el mar.
Un impresionante descenso nos conduce hacia la costa.
Por Unquera, ya en la costa, pasa el camino del norte (hacia Santiago), y aprovechando infraestructura...
Nuestra intención no es otra que realizar la ruta de un libro que ha caído en mis manos, la costa cántabra en bici. Pero hasta la salida en Unquera, iremos también en bicicleta.
Abandonamos Alava por las carreteras solitarias de Valdegobía.
Y buscamos en el mapa la ruta más tranquila por la que continuar.
Rodamos por los cañones que el Alto Ebro y los años se han encargado de esculpir.
Tras una dura jornada... un buen lugar donde aposentar los huesos.
En la cuenca del Pisuerga nos sorprende la primera tormenta.
Al menos encontramos un pórtico donde guarecernos, pues nuestra carrocería no habría resistido semejante granizada.
Hay instantáneas que todo fotógrafo se siente orgulloso de tomar. El leopardo de las nieves en libertad, el apareaminto del urogallo... o aún más difícil, inmortalizar a Jokin duchándose en un helador arroyo de montaña.
Hotelito de montaña.
Un compañero de habitación.
Desde el collado de Piedrasluengas, a través de la niebla casi podemos vislumbrar el mar.
Un impresionante descenso nos conduce hacia la costa.
Por Unquera, ya en la costa, pasa el camino del norte (hacia Santiago), y aprovechando infraestructura...
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